Comencé a escribir y a interpretar mis canciones a los 16 años (1970) influido por los cantautores de aquel tiempo. Luego, el mercado desvió el curso de los ritmos nacidos de la lucha por una sociedad mejor, devoró las voces de la tierra, transformó las canciones del pueblo en cosas banales y sin poesía, objetos para usar y tirar. Tuve que aprender a cantar (como tantos otros) a contratiempo.
La canción de autor comenzó siendo expresión de la
voz colectiva. Creo que deberíamos recuperar no sólo lo que se llamó
canción protesta, o de contenido político y social, sino esa clase de
emoción, esas especiales maneras que hacen que un poema, una canción,
diga lo que los demás pensamos y sentimos.
El cantautor cuando
compone tiene que olvidarse de sí mismo, para poder así expresar lo que
la gente siente. Sus intimidades personales no son importantes o sólo
cuando coinciden/participan de lo que los demás sienten.
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